sábado, 18 de febrero de 2012

Un tiempo para la palabra del domingo...

Comparto los texto y un breve comentario de las lecturas del 7° domingo del tiempo ordinario 

Lectura del libro del profeta Isaías 43, 18-19. 21-22. 24b-25
Así habla el Señor:
No se acuerden de las cosas pasadas, no piensen en las cosas antiguas; yo estoy por hacer algo nuevo: ya está germinando, ¿no se dan cuenta? Sí, pondré un camino en el desierto y ríos en la estepa. El Pueblo que yo me formé para que pregonara mi alabanza.
Pero tú no me has invocado, Jacob, porque te cansaste de mí, Israel. ¡Me has abrumado, en cambio, con tus pecados, me has cansado con tus iniquidades! Pero soy yo, sólo yo, el que borro tus crímenes por consideración a mí, y ya no me acordaré de tus pecados.
Palabra de Dios.

SALMO  Sal 40, 2-3. 4-5. 13-14 (R.: 5b)

R. Sáname, Señor, porque pequé contra ti.

 Feliz el que se ocupa del débil y del pobre:
 el Señor lo librará en el momento del peligro.
 El Señor lo protegerá y le dará larga vida,
 lo hará dichoso en la tierra
 y no lo entregará a la avidez de sus enemigos.  R.

 El Señor lo sostendrá en su lecho de dolor
 y le devolverá la salud.
 Yo dije: «Ten piedad de mí, Señor,
 sáname, porque pequé contra ti.»  R.

 Tú me sostuviste a causa de mi integridad,
 y me mantienes para siempre en tu presencia.
 ¡Bendito sea el Señor, el Dios de Israel,
 desde siempre y para siempre!  R.


Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 1, 18-22
Hermanos:
Les aseguro, por la fidelidad de Dios, que nuestro lenguaje con ustedes no es hoy «sí», y mañana «no.» Porque el Hijo de Dios, Jesucristo, el que nosotros hemos anunciado entre ustedes - tanto Silvano y Timoteo, como yo mismo - no fue «sí» y «no», sino solamente «sí.»
 En efecto, todas las promesas de Dios encuentran su «sí» en Jesús, de manera que por él decimos «Amén» a Dios, para gloria suya.
Y es Dios el que nos reconforta en Cristo, a nosotros y a ustedes; el que nos ha ungido, el que también nos ha marcado con su sello y ha puesto en nuestros corazones las primicias del Espíritu.
Palabra de Dios.



Del Evangelio según san Marcos 2, 1-12
Unos días después, Jesús volvió a Cafarnaún y se difundió la noticia de que estaba en la casa. Se reunió tanta gente, que no había más lugar ni siguiera delante de la puerta, y él les anunciaba la Palabra.
Le trajeron entonces a un paralítico, llevándolo entre cuatro hombres. Y como no podían acercarlo a él, a causa de la multitud, levantaron el techo sobre el lugar donde Jesús estaba, y haciendo un agujero descolgaron la camilla con el paralítico. Al ver la fe de esos hombres, Jesús dijo al paralítico: «Hijo, tus pecados te son perdonados.»
Unos escribas que estaban sentados allí pensaban en su interior:
« ¿Qué está diciendo este hombre? ¡Está blasfemando! ¿Quién puede perdonar los pecados, sino sólo Dios?»
Jesús, advirtiendo en seguida que pensaban así, les dijo: « ¿Qué están pensando? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: "Tus pecados te son perdonados", o "Levántate, toma tu camilla y camina"? Para que ustedes sepan que el Hijo de hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados -dijo al paralítico- yo te lo mando, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.»
El se levantó en seguida, tomó su camilla y salió a la vista de todos. La gente quedó asombrada y glorificaba a Dios, diciendo: «Nunca hemos visto nada igual.»
Palabra del Señor.

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Dos ideas para compartir y rezar me dan vuelta con las lecturas de este fin de semana.
La primera reflexión surge de la lectura de Isaías: “estoy por hacer algo nuevo: ya está germinando, ¿no se dan cuenta?”. El Señor por intermedio del profeta nos invita a que nos demos cuenta que hay algo nuevo que está surgiendo. ¡Es interesante pensar cuantas veces Dios nos mueve para que nos demos cuenta!
La vida muchas veces nos conduce por caminos rutinarios que no nos dejan ver lo nuevo, lo que viene, la oportunidad. El creer que la sabemos toda o que lo que yo hago está bien puede hacernos perder de vista lo profundo, lo que puede germinar, lo que está por venir. El mismo profeta en el texto después agrega que habrá camino en ele desierto y río en la estepa; cuando parece que no hay salida ni camino quizá es recién cuando nos damos cuenta que no somos omnipotentes y que la realidad nos llama y nos invita a una mira más profunda.
Y aquí la segunda reflexión con el evangelio: la mirada de Jesús distinta a la de los escribas. Jesús ve la fe de esos hombres, no solo la del paralítico, y descubre que la necesidad más profunda es la del perdón de los pecados.
Somos invitados a ir a lo profundo de los otros y de nosotros.
“Al ver la fe de esos hombres” que hicieron tamaña aventura y osadía el Señor regala lo más lindo que tiene: la misericordia.
Misericordia que salva, que trasforma y que invita a no juzgar. Muestra con su curación el poder que tiene, pero lo cierto que es signo exterior de algo más profundo.
La sanación interior restituye, nos ayuda superar nuestras parálisis físicas y mentales (como las de los escribas).
Y nos invitan a la glorificación y alabanza que en definitiva es centrar la mirada en el Señor y no en nuestro ombligo.
Que el Señor nos ayude a ir sanando y nos cuide en el caminar cotidiano.
P. Javier Klajner

Cardenal Bergoglio - Carta Cuaresma 2012


"Recibieron gratuitamente,
den también gratuitamente"
Queridos hermanos y hermanas:

Uno de los peligros más grandes que nos acechan es el "acostumbramiento". Nos vamos acostumbrando tanto a la vida y a todo lo que hay en ella que ya nada nos asombra; ni lo bueno para dar gracias, ni lo malo para entristecernos verdaderamente. Me causó asombro y perplejidad preguntarle a un conocido como estaba y que me respondiera: "mal pero acostumbrado".

Nos acostumbramos a levantarnos cada día como si no pudiera ser de otra manera, nos acostumbramos a la violencia como algo infaltable en las noticias, nos acostumbramos al paisaje habitual de pobreza y de la miseria caminando por las calles de nuestra ciudad, nos acostumbramos a la tracción a sangre de los chicos y las mujeres en las noches del centro cargando lo que otros tiran. Nos acostumbramos a vivir en una ciudad paganizada en la que los chicos no salen a rezar ni hacerse la señal de la cruz.

El acostumbramiento nos anestesia el corazón, no hay capacidad para ese asombro que nos renueva en la esperanza, no hay lugar para el reconocimiento del mal y poder para luchar contra él.

Por otra parte suele suceder que sobrevienen momentos tan fuertes que, como un shock, nos sacan del acostumbramiento malsano y nos ponen en la brecha de la realidad que siempre nos desafía a un poco más: por ejemplo, cuando perdimos a alguien algo muy querido solemos valorar y agradecer lo que tenemos y que, hasta un momento antes, no lo habíamos valorado lo suficiente. En el camino de la vida del discípulo la Cuaresma se presenta como ese momento fuerte, ese punto de inflexión para sacar el corazón de la rutina y de la pereza del acostumbramiento.

Cuaresma, que para ser auténtica y dar sus frutos, lejos de ser un tiempo de cumpli-miento es tiempo de conversión, de volver a las raíces de nuestra vida en Dios. Conversión que brota de la acción de gracias por todo lo que Dios nos ha regalado, por todo lo que obra y seguirá obrando en el mundo, en la historia y en nuestra vida personal.

Acción de gracias, como la de María, que a pesar de los sinsabores por los que tuvo que pasar, no se quedó en la mirada derrotista sino supo cantar a las grandezas de Señor.
La acción de gracias y la conversión caminan juntas. "Conviértanse porque el Reino de Dios está cerca" proclamaba Jesús al inicio de su vida pública. Sólo la belleza y la gratuidad del Reino enamoran el corazón y lo mueven verdaderamente
al cambio. Acción de gracias y conversión como la de todos los que recibieron gratuitamente de manos de Jesús la salud, el perdón y la vida.


Jesús al enviar a sus discípulos a anunciar ese Reino les dice: "den también gratuitamente". El Señor quiere que su Reino se propague mediante gestos de amor gratuito. Así los hombres reconocieron a los primeros cristianos portadores de un mensaje que los desbordaba. "Recibieron gratuitamente, den también gratuitamente". Quisiera estas palabras del Evangelio se graben de un modo muy fuerte en nuestro corazón cuaresmal. La Iglesia crece por atracción, por testimonio, no por proselitismo.

Nuestra conversión cristiana ha de ser una respuesta agradecida al maravilloso misterio del amor de Dios que obra a través de la muerte y resurrección de su Hijo y se nos hace presente en cada nacimiento a la vida de la fe, en cada perdón que nos renueva y sana, en cada Eucaristía que siembra en nosotros los mismos sentimientos de Cristo.

En la cuaresma, por la conversión, volvemos a las raíces de la fe al contemplar el don sin medida de la Redención, y nos damos cuenta que todo nos fue dado por iniciativa gratuita de nuestro Dios. La fe es don de Dios que no puede no llevarnos a la acción de gracias y dar su fruto en el amor.

El amor hace común todo lo que tiene, se revela en la comunicación. No hay fe verdadera que no se manifieste en el amor, y el amor no es cristiano si no es generoso y concreto. Un amor decididamente generoso es un signo y una invitación a la fe. Cuando nos hacemos cargo de las necesidades de nuestros hermanos, como lo hizo el buen samaritano, estamos anunciando y haciendo presente el Reino.


Acción de gracias, conversión, fe, amor generoso, misión son palabras claves para rezar en este tiempo, al mismo tiempo que vamos encarnándolas a través del Gesto Solidario Cuaresmal que tanto ha edificado durante estos últimos años a nuestra Iglesia porteña. Les deseo una santa Cuaresma. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide. Y, por favor, les pido que recen por mí.


Fraternalmente,

Jorge Mario Bergoglio s.j.
Buenos  Aires, 22 de febrero de 2012 
Miércoles de Ceniza 

domingo, 12 de febrero de 2012

LA PALABRA DE DIOS FUENTE INAGOTABLE DE VIDA

Del Comentario de san Efrén, diácono, sobre el Diatéssaron (Cap. 1, 18-19: SC 121, 52-53)

¿Quién hay capaz, Señor, de penetrar con su mente una sola de tus frases? Como el sediento que bebe de la fuente, mucho más es lo que dejamos que lo que tomamos. Porque la palabra del Señor presenta muy diversos aspectos, según la diversa capacidad de los que la estudian. El Señor pintó con multiplicidad de colores su palabra, para que todo el que la estudie pueda ver en ella lo que más le plazca. Escondió en su palabra variedad de tesoros, para que cada uno de nosotros pudiera enriquecerse en cualquiera de los puntos a que afocara su reflexión.

La palabra de Dios es el árbol de vida que te ofrece el fruto bendito desde cualquiera de sus lados, como aquella roca que se abrió en el desierto y manó de todos lados una bebida espiritual. Comieron -dice el Apóstol- el mismo manjar espiritual y bebieron la misma bebida espiritual.

Aquel, pues, que llegue a alcanzar alguna parte del tesoro de esta palabra no crea que en ella se halla solamente lo que él ha hallado, sino que ha de pensar que, de las muchas cosas que hay en ella, esto es lo único que ha podido alcanzar. Ni por el hecho de que esta sola parte ha podido llegar a ser entendida por él, tenga esta palabra por pobre y estéril y la desprecie, sino que, considerando que no puede abarcarla toda, dé gracias por la riqueza que encierra. Alégrate por lo que has alcanzado, sin entristecerte por lo que te queda por alcanzar. El sediento se alegra cuando bebe y no se entristece porque no puede agotar la fuente. La fuente ha de vencer tu sed, pero tu sed no ha de vencer la fuente, porque, si tu sed queda saciada sin que se agote la fuente, cuando vuelvas a tener sed podrás de nuevo beber de ella; en cambio, si al saciarse tu sed se secara también la fuente, tu victoria sería en perjuicio tuyo.

Da gracias por lo que has recibido y no te entristezcas por la abundancia sobrante. Lo que has recibido y conseguido es tu parte, lo que ha quedado es tu herencia. Lo que, por tu debilidad, no puedes recibir en un determinado momento lo podrás recibir en otra ocasión, si perseveras. Ni te esfuerces avaramente por tomar de un solo sorbo lo que no puede ser sorbido de una vez, ni desistas por pereza de lo que puedes ir tomando poco a poco.

sábado, 4 de febrero de 2012

Latinoamérica - Calle 13



Soy,
Soy lo que dejaron,
soy toda la sobra de lo que se robaron.
Un pueblo escondido en la cima,
mi piel es de cuero por eso aguanta cualquier clima.
Soy una fábrica de humo,
mano de obra campesina para tu consumo
Frente de frio en el medio del verano,
el amor en los tiempos del cólera, mi hermano.
El sol que nace y el día que muere,
con los mejores atardeceres.
Soy el desarrollo en carne viva,
un discurso político sin saliva.
Las caras más bonitas que he conocido,
soy la fotografía de un desaparecido.
Soy la sangre dentro de tus venas,
soy un pedazo de tierra que vale la pena.
soy una canasta con frijoles ,
soy Maradona contra Inglaterra anotándote dos goles.
Soy lo que sostiene mi bandera,
la espina dorsal del planeta es mi cordillera.
Soy lo que me enseño mi padre,
el que no quiere a su patria no quiere a su madre.
Soy América latina,
un pueblo sin piernas pero que camina.

Tú no puedes comprar al viento.
Tú no puedes comprar al sol.
Tú no puedes comprar la lluvia.
Tú no puedes comprar el calor.
Tú no puedes comprar las nubes.
Tú no puedes comprar los colores.
Tú no puedes comprar mi alegría.
Tú no puedes comprar mis dolores.

Tengo los lagos, tengo los ríos.
Tengo mis dientes pa` cuando me sonrío.
La nieve que maquilla mis montañas.
Tengo el sol que me seca  y la lluvia que me baña.
Un desierto embriagado con bellos de un trago de pulque.
Para cantar con los coyotes, todo lo que necesito.
Tengo mis pulmones respirando azul clarito.
La altura que sofoca.
Soy las muelas de mi boca mascando coca.
El otoño con sus hojas desmalladas.
Los versos escritos bajo la noche estrellada.
Una viña repleta de uvas.
Un cañaveral bajo el sol en cuba.
Soy el mar Caribe que vigila las casitas,
Haciendo rituales de agua bendita.
El viento que peina mi cabello.
Soy todos los santos que cuelgan de mi cuello.
El jugo de mi lucha no es artificial,
Porque el abono de mi tierra es natural.

Tú no puedes comprar al viento.
Tú no puedes comprar al sol.
Tú no puedes comprar la lluvia.
Tú no puedes comprar el calor.
Tú no puedes comprar las nubes.
Tú no puedes comprar los colores.
Tú no puedes comprar mi alegría.
Tú no puedes comprar mis dolores.

Você não pode comprar o vento
Você não pode comprar o sol
Você não pode comprar chuva
Você não pode comprar o calor
Você não pode comprar as nuvens
Você não pode comprar as cores
Você não pode comprar minha felicidade
Você não pode comprar minha tristeza

Tú no puedes comprar al sol.
Tú no puedes comprar la lluvia.
(Vamos dibujando el camino,
vamos caminando)
No puedes comprar mi vida.
MI TIERRA NO SE VENDE.

Trabajo en bruto pero con orgullo,
Aquí se comparte, lo mío es tuyo.
Este pueblo no se ahoga con marullos,
Y si se derrumba yo lo reconstruyo.
Tampoco pestañeo cuando te miro,
Para q te acuerdes de mi apellido.
La operación cóndor invadiendo mi nido,
¡Perdono pero nunca olvido!

(Vamos caminando)
Aquí se respira lucha.
(Vamos caminando)
Yo canto porque se escucha.

Aquí estamos de pie
¡Que viva Latinoamérica!

No puedes comprar mi vida